
FORMACIÓN
“Yo te he llamado por tu nombre” (Is.43,1)
Quien es llamada por el Señor para seguirle de una manera especial en la vida religiosa, necesita un tiempo de maduración de su vocación, a través de un serio proceso de formación y discernimiento que le permite verificar su llamada y confirmar la sinceridad de su respuesta.

Oraciones Vocacionales
La formación de las Hijas del Corazón de María, está organizada en cinco etapas, con experiencias, exigencias y compromisos graduales y progresivos.

1. ASPIRANTADO.
“Maestro, ¿dónde vives?” (Jn 1, 38)
La aspirante que viene a la Sociedad ha percibido la llamada de Cristo y desea responder a su amor por una vida totalmente entregada.
El aspirantado debe permitir verificar la sinceridad de la llamada a la vida religiosa específica de la Sociedad y la verdad de la respuesta.
Es la etapa de formación en la que la aspirante es ayudada por su acompañante a desarrollar su vida de oración y sus cualidades humanas para organizar su vida con espíritu de desprendimiento, disponibilidad y servicio.
2. POSTULANTADO.
“Venid y ved”(Jn1,39)
Etapa en la cual la postulante adquiere una conciencia más clara de la llamada de Dios y se dispone para una respuesta más libre y responsable. Toma conciencia de las exigencias esenciales de la vida religiosa y de la Sociedad. En esta etapa, la postulante entra en contacto con la vida de la comunidad y continúa profundizando en su vida de oración y en la virtudes evangélicas que la llevan a una realción más íntima con Cristo.
Comienza a conocer la historia de la Sociedad y la vida de los fundadores.
3. NOVICIADO.
“Fueron, vieron y permanecieron con Él” (Jn 1,39)
La novicia discierne más claramente las exigencias de su vocación a la Sociedad de las Hijas del Corazón de María y se dispone para una respuesta definitiva. Ella comienza a vivir según la forma y el espíritu de la Sociedad , las constituciones y los votos. Acoge la abnegación y el renunciamiento que éstos requieren, en el amor creciente a la persona de Cristo para vivir como Él y para Él
Continúa profundizando en su vida de oración y en el desarrollo de sus cualidades humanas.
Se adentra en la meditación de las Sagradas Escrituras, el estudio de la Teología y de los documentos del magisterio de la Iglesia que afianzan su amor al Señor y le revelan las características de su misión.
La Virgen María es su modelo y su apoyo.
4. JUNIORADO.
“Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn14,6)
En esta etapa, la juniora aprende a vivir conforme a la ley interior de amor y caridad y se integra plenamente a la vida de la comunidad y comparte con las hermanas la oración, el trabajo, la misión, las penas y alegrías de la vida cotidana.
Aprende a integrar su oración en la vida, capta el valor teológico de los votos y el dinamismo que éstos dan a la consagración. Capta la unidad que existe entre la contemplación y la misión.
Continúa desarrollando sus cualidades humanas y profundizando en los escritos de la Sociedad, de los fundadores y de las primeras hermanas para alcanzar una mejor comprensión de ella y de su misión específica y universal en comunión con la Iglesia.
5. TERCER AÑO.
"Yo la conduciré a la soledad y le hablaré al corazón" (Os 2,16)
Esta etapa de formación está dirigida a las hermanas que tienen alrededor de diez años de profesión, una experiencia sólida de la vida religiosa y apostólica y han alcanzado la madurez suficiente.
La hermana se pone a la escucha del Espíritu en un ambiente de recogimiento y oración, desligada de toda actividad para una toma de conciencia más clara del don de su vocación a la Sociedad y de la plenitud de la respuesta que Dios espera de ella, fortalecida por la oración, el entusiasmo de la misión y la comunión fraterna.
6. FORMACIÓN PERMANENTE.
La formación permanente busca acrecentar la capacidad de dejarse formar por todas las experiencias de la vida, para vivir en fidelidad creativa el seguimiento de Cristo, según el espíritu y el carisma de los fundadores. Permite así, un proceso de maduración y de transformación de todo el ser.
